LOS CICLOS QUE SANAN
LOS CICLOS QUE SANAN
He pasado casi todos los veranos, semana santa y pascua, y días festivos de mi infancia, adolescencia y parte de mi vida adulta, en las playas de Manzanillo. En la casa de playa de mi difunto abuelo, situada justo frente al mar (atravesando la calle), el sonido de las olas me arrullaba cada noche para dormir. Siempre me despertaba descansada, tan descansada de hecho, que a menudo me resultaba difícil salir de un sueño tan profundo y despertar. Cuando volvía a mi casa, siempre me costaba conciliar el sueño las primeras noches. Extrañaba las olas. Las sigo extrañando.
Cada año recuerdo este hecho: el ritmo es profundamente restaurador. De bebés nos encantaba que nos mecieran, e incluso de adultos nos tranquilizan las mecedoras, las amacas y el baile lento. Por el contrario, el sonido de sopladores de hojas, bocinas de automóviles y martillos neumáticos, sacuden nuestro sistema nervioso, alteran nuestros ritmos y disipan nuestra tranquilidad.
La vida moderna tiene un solo ritmo: rápido. Se espera que nos esforcemos de la misma manera, a la misma hora cinco días a la semana y que descansemos solo los fines de semana y días festivos. Este ritmo, de hecho, no es un ritmo en absoluto. Es un tono monótono, es decir, hasta que chocas. Un ritmo más orgánico se agita en los cuerpos y las almas humanas y en la tierra misma, uno que necesita tiempos para relajarse, para ir a toda velocidad y luego descansar. El estado de ánimo y los niveles de energía de las mujeres aumentan y disminuyen como la luna, fluyen y refluyen como las mareas, florecen y decaen como las estaciones. Vivir en armonía con estos ciclos nos fortalece, nos hace más sabias y nos sana. Negarlos debilita nuestros espíritus, nuestros cuerpos y nuestra conexión con la vida misma.
¿Qué pasaría si te alejaras de esta estimulación constante? ¿Salirte de esta ola vertiginosa de la vida moderna y hacer algo más? ¿Qué pasaría si encontraras tu propio ritmo, uno que sea perspicaz y nutritivo como el chapoteo de las olas en una playa, a veces áspera, a veces tranquila, a veces quieta como el cristal? Tal vez tengas miedo de no poder hacer todo si no estuvieras en movimiento todo el tiempo. O tienes miedo de perder una gran oportunidad o defraudar a otros. Te entiendo. Pero no puedes permitirte no correr el riesgo. Dentro de cada una de nosotras vive este espíritu rítmico de lo femenino salvaje: la mujer que camina por la tierra como una reina descalza vistiendo las túnicas de la sabiduría, la caridad, la ferocidad y la conexión más tierna. Está esperando ser vista, sentida y expresada. La única forma de resucitarte, mujer salvaje, es deleitarte con los ciclos de la naturaleza una vez más, porque la Madre Naturaleza es otro nombre para el Femenino Divino. Puedes sentirla y conocerla por ti misma cada vez que te sientas profundamente alimentada por la luz de la luna llena, el silencio obscuro de una tormenta de nieve invernal o el sonido de las gotas de lluvia en tu techo.
REDUCE EL RITMO Y PON ATENCIÓN
Otra forma en que podemos honrar a la Madre Naturaleza es alinearnos con sus ciclos, porque siempre tenemos dos opciones: ignorar estos ciclos o participar con ellos. Desafortunadamente, la mayoría de nosotras estamos demasiado ocupadas para notar estos ciclos. Participar con ellos requiere aprender a hacer una pausa y prestar atención a los cambios constantes en nuestro cuerpo y nuestro entorno.
Cuando comencé a menstruar a la edad de 11 años, en lugar de que me enseñaran cómo honrar este rito de iniciación, simplemente me indicaron que me pusiera una toalla sanitaria o un tampón. De hecho, ¡incluso ese día me aplaudí interiormente por no mancharme! Esa fue la suma total de mi celebración ese día. Pero cuando vivimos en armonía con nuestros ciclos, honrando los momentos tranquilos y los picos expresivos, nuestra intimidad con nosotras mismas y con toda la vida profundiza.
El clima y la duración del día se convierten en el portal a través del cual sentimos nuestra vitalidad. Pero seamos realistas: vivir en sintonía con la naturaleza es lo más fácil y natural que podemos hacer y uno de los más desafiantes. Es desafiante porque significa ir contra la corriente tomándonos el tiempo para reducir la velocidad, dejando que tu cuerpo marque el camino, haciendo de las actividades al aire libre una prioridad e invertir el tiempo y el dinero preparando alimentos y bebidas que realmente te nutran. El mundo no va a reducir su velocidad. Pero tu si puedes.
HONRANDO LAS ESTACIONES
Mientras creo este programa, este es el último día de junio aquí en Guadalajara, Jalisco. Los días están a unos 38 grados, más calientes ahora que durante la mayor parte de la primavera, y las tardes y las primeras horas de la mañana son ligeramente frescas. Estos cambios estacionales son la forma más pronunciada en que experimentamos los ciclos, ya que afectan la ropa que usamos, lo que comemos y las actividades que realizamos. Incluso afectan cómo nos sentimos (exploraremos este tema con mayor profundidad cuando lleguemos a las estaciones).
La naturaleza sabe cómo brillar, florecer, decaer, disolverse y nacer de nuevo. Esto te da resistencia a través de la renovación y belleza a través del cambio, cosas que encarnamos cuando fluimos con las estaciones.
Cuanto más participes en los cambios estacionales, más poderosamente trabajarán para que te muevas a través de tus propias etapas de nacimiento, crecimiento y disolución. A lo largo de tu vida pasas por la primavera en tu infancia, el verano en tu edad adulta, el otoño en tu edad adulta tardía y el invierno en tu transición hacia la muerte.
Cada mes nuestros cuerpos pasan por mini-estaciones con nuestros ciclos menstruales. Estamos continuamente incubando, creando, desprendiéndonos y dejando ir.
En la ovulación estamos maduras y fértiles, como la tierra en pleno verano. La semana antes de la menstruación comenzamos a contraernos y a volvernos hacia adentro, como lo hacemos en el otoño. Cuando sangramos es un invierno interior. Nos refugiamos solas (idealmente) para soñar y regenerarnos. Después de la menstruación renacemos como estamos en la primavera, habiendo dejado ir, descansadas y purificadas.
Incluso si vives en un lugar donde las cuatro estaciones no son tan distintas como en Guadalajara (que no son muy marcadas – flores, lluvia, caída de hojas en otoño y nieve en invierno), aún te afectan, ¡y puedo decir esto con autoridad, ya que he vivido toda mi vida en Guadalajara!
Mientras escuchas, piensa en las estaciones y localiza en cuál estás tanto creativa como hormonalmente. A partir de ahora, en lugar de dejar que las estaciones sean un telón de fondo pintoresco para tus rutinas diarias o una oportunidad para arreglar tu guardarropa, deja que se conviertan también en el portal de tu propia evolución.
CICLOS DIARIOS
Así como la tierra se mueve en ciclos, desde el comienzo de la primavera hasta el tranquilo retroceso del invierno, cada uno de nuestros días sigue un patrón similar con claros ciclos de actividad y descanso, también conocidos como ritmos circadianos. Ciclos internos vinculados a los ciclos terrestres del día y la noche, nuestros ritmos circadianos gobiernan todas las actividades de nuestro cuerpo, a través de la secreción de hormonas, durante cada período de veinticuatro horas. Para mantener la salud de estos biorritmos necesitamos vivir como lo hicieron nuestros antepasados. Necesitamos aire fresco, sol, alimentos de temporada, descanso, actividad, comunidad, aire y agua limpios. Necesitamos dormir cuando está obscuro y despertarnos cuando amanece. Estas actividades fortalecen nuestros ritmos circadianos, mientras que el exceso de horario, el trabajo nocturno y el ejercicio durante los ciclos lunares los debilitan.
Siempre que te sientas mal, una de las mejores maneras de volver a la normalidad es volver a alinearte con tus rituales diarios porque restablecen tus ritmos básicos de sueño/vigilia, descanso/actividad, concentración/distracción.
Por ejemplo, cuando estaba superando la bulimia, me costó mucho volver a tener un horario para comer. Estaba tan acostumbrada a saltarme las comidas, a comer y a vomitar o laxarme, que la idea de comer tres comidas sólidas al día, sin mencionar los refrigerios y no vomitar, me resultaba ajena.
Cuando comencé a estudiar alimentación intuitiva, me di cuenta de que muchos de mis desequilibrios (ansiedad, mala digestión, insomnio) podían mejorar simplemente siguiendo un horario y confiando en las señales que mi cuerpo envía. Esto me conectaría a la tierra y permitiría que mi cuerpo encontrara un ritmo constante. Confié lo suficiente en esta sabiduría como para intentarlo, así que comencé a tomar el desayuno, la comida y la cena sólidos, consistentes en alimentos nutritivos y funcionales para mi cuerpo, más o menos al mismo tiempo, aproximadamente a la misma hora todos los días.
Empecé a despertarme, a dormir y a caminar y hacer mis prácticas de yoga y meditación a la misma hora todos los días. Desde entonces, mi salud, en todos los niveles, ha mejorado radicalmente.
VIVIENDO EN RITMO TODO EL AÑO
Las personas más sanas, exitosas y plenas que conozco tienen un ritual matutino. Estos rituales te enfocan en lo que importa antes de que comience el ajetreo y el bullicio del día.
Cada mujer debe desarrollar su propio ritual matutino. Toma en cuenta con quién vives, a qué hora te gusta despertarte y cuánto tiempo tienes y estás dispuesta a dedicar a esto. En la mayoría de los casos, tener un ritual matutino implicará despertarte un poco más temprano de lo habitual. Por último, pon tu alarma diez minutos antes de lo habitual y siéntate en la cama con los ojos cerrados, sintiendo tu respiración.
¿Qué actividades te atraen que te gustaría incorporar a tu ritual matutino? Si ya tienes uno, ¿cuál es? ¿Te funciona o necesita una renovación?
Sin embargo, el ritual de la mañana es solo una parte de tu ritmo diario. A medida que creas tus ritmos diarios, recuerda permitirte suficiente tiempo para no tener que apresurarte. Esto puede tomar un poco de prueba y error, pero comienza probando cuánto tiempo te toma hacer las cosas de una manera que se sienta espaciosa y no provoque estrés. Por ejemplo, tómate una hora para ducharte, vestirte, preparar y desayunar para no encontrarte corriendo y luego tragando unas galletas al salir por la puerta.
Sé que puede parecer desafiante o abrumador desarrollar un ritmo diario estructurado, pero pruébalo y lo más probable es que descubras que la disciplina puede ser tremendamente fortalecedora. Felicítate por crear nuevos hábitos funcionales para ti y celebra cada paso que des como un acto supremo de amor propio y respeto.
Aquí hay algunas ideas para que las consideres, recuerda que son ideas, encuentra tu rutina:
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